Historia
Al llegar a Arcicóllar se contempla un pueblo llano, de abigarrado caserío donde destaca la figura mudéjar de la iglesia que sorprende por sus formas, mucho más antiguas que las de la mayoría de los templos rurales toledanos.
Nuestra Señora de la Asunción suma un magnífico conjunto monumental, valorado en el año 1982 por el Ministerio de Cultura como Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional.
Nuestra Señora de La Asunción, de estilo mudéjar del siglo XVI. Fachada norte, frente a la plaza de la Soberanía Nacional.
La iglesia muestra el deterioro del tiempo, con una antigüedad que arranca al menos desde el siglo XII, posiblemente con el proceso de cristianización tras la conquista de Toledo por Alfonso VI. Pero, para entonces, Arcicóllar estaba ya poblado desde tiempos mucho más antiguos y su nombre se asociaba de forma meridiana a la ocupación romana del territorio de Toledo con la denominación de «Villa de Argolla». Herramientas de labranza y trozos de vasijas de sigillata encontrados en las inmediaciones del arroyo Cantalgallo y camino de Santa Cruz, revelan la existencia de pobladores en esta época, mostrándose a principios del siglo IV en que se fechan varias monedas acuñadas por Constantino el Grande.
En la cañada-arriba se muestra la evidencia de un templo destinado al servicio funerario en el Valle de la Virgen descubierto mientras se hacían labores agrícolas a mediados del siglo veinte. Los enterramientos se practicaban por sistema de cista de piedra consistente en la formación de una caja de piedra a base de lajas clavadas verticalmente sobre el perímetro de la fosa sin base y cubierta por una losa. Lo que nos ha llegado de las tumbas es la parte metálica, como hebillas de cinturón y cruces, y restos de cerámica, además de un trozo de columna, que según referencias orales, pudieron pertenecer a un asentamiento de población visigoda.
Nuestra antigua Argolla aparece como «Archicolla», en la escritura en latín de la donación al arzobispo D. Raimundo de Toledo en 1142 de la aldea de San Nicolás, con la que limita, en lo que pudiera ser la primera referencia escrita de nuestro pueblo.
El día 6 de mayo de 1146 se fecha la concesión real de Arcicóllar y la prestación del servicio de todos los pobladores solo a los propietarios y a su parentela:
«Alfonso VII Imperator Hispanie con su esposa la emperatriz Berenguela da a D. Juan, arcediano de Segovia y a Arnaldo Corvín, canónigo de Santa María de Toledo su villa de Arcicóllar que yace en territorio de Toledo, junto al arroyo de Camarena, entre Villamocén y Aldeam de Vitale».
Con la población constituida se cubren las necesidades espirituales con la iglesia construida ya en 1184. Los «Cartularios de Toledo» sirven de testigos en la escritura de la venta en ese año de una viña para el pago de la iglesia de Toledo:
«(…) La viña linda por un lado con el camino que va desde villa Algariua hacia Santa María de Arcicóllar, y, por el otro, con el riachuelo que corre desde Arcicóllar hacia villa Algariva; en la parte superior, contra la iglesia, está la viña de Martín Garra»
Según esta escritura, Villalgariva se situaba aguas abajo del Cantalgallo, o sea, al sur. Presumiblemente entre Arcicóllar y Camarena de Yuso (Camarenilla), ya documentado por esta época.
Representación del Misterio de la Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel, elegido Patrono de Arcicóllar por votación predestinada contra la peste, en el siglo XVI.
Alonso de Villaseca contaba como primo hermano a Francisco Cervantes de Salazar, quien se trasladó a la Nueva España hacia 1551 hospedándole en su casa. Cervantes fue cronista de Méjico y nombre destacado en la literatura universal. Toledano de origen, aunque se puede pensar en Arcicóllar, donde nació su padre, como su lugar de residencia antes de marchar por tener aquí sus casas y propiedades principales.
Capilla de La Anunciación, fundada por los hermanos Villaseca en 1574. Magnífica obra del renacimiento toledano debida a Diego Velasco y Hernando de Ávila.
A principios del siglo XIX es poseedor del mayorazgo D. Pedro Dávalos, el «General», figura condecorada en la Guerra de la Independencia española con las cruces de la Batalla de Talavera, Chiclana y Madrid; Caballero Gran Cruz de las Órdenes de San Hermenegildo y San Fernando.
Recibió la Santa Extremaunción el día 10 de febrero de 1829, siendo su cuerpo amortajado en hábito de San Francisco y beatificado en la bóveda de la capilla de la Anunciación de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
En su disposición testamentaria dejó para pan cocido a los pobres de la villa el día de su entierro doce fanegas de trigo y lo mismo el día que se hiciesen sus honras fúnebres, además se repartiesen doscientos reales entre las viudas.
En 1906 su biznieta doña María Luisa Carvajal y Dávalos, Duquesa de San Carlos y Marquesa viuda de Santa Cruz, hizo trasladar sus restos mortales a la urna situada bajo la placa fundacional de la capilla.
Maria Luisa es heredera del marquesado instituido el 13 de mayo de 1.680 en que doña Luisa Fernández de Córdoba alcanzaba la dignidad de Marquesa de Arcicóllar.
Con José Francisco Sarmiento y Velasco casado con María Leonor Dávila y Zúñiga, tercera marquesa de Arcicóllar, se une el marquesado al condado de Salvatierra.
Por el año 1730, por su matrimonio con la sucesora en el título, María Cayetana Sarmiento de Zúñiga, Pedro Artal lo anexiona al marquesado de Santa Cruz.
A las puertas de la invasión napoleónica dirige la villa José Gabriel de Bazán, casado con Joaquina María del Pilar Téllez-Girón, retratada por Goya en dos ocasiones; en 1788 siendo niña, en «Los Duques de Osuna y sus hijos» (es la niña que está de pie a la izquierda de la madre), y en 1805 en «La Marquesa de Santa Cruz», ya casada con el Marqués de Arcicóllar.
Se rehabilita el título el año 1984 en la persona de doña Casilda de Silva y Fernández de Henestrosa, V Duquesa de San Carlos y XIV Marquesa de Santa Cruz.
Desde el 17 de julio de 1985 ostenta el título honorífico de Marqués de Arcicóllar D. Rafael Fernández Villaverde y Silva.
Población y economía
En el siglo XVI el Gobierno de Arcicóllar estaba constituido por un alcalde ordinario, dos regidores, un alguacil, un alcalde de la Hermandad, un cuadrillero y un escribano, elegidos por la Justicia de Toledo cada año, previamente nombrados por el pueblo doblados los oficios.
Pertenecía en lo eclesiástico al arzobispado de Toledo y al arciprestazgo de Rodillas, con judicatura en la Real Chancillería de Valladolid, que era el tribunal supremo de apelación de las sentencias dictadas por la Justicia local.
En el año 1576 se cuentan unos ochenta vecinos. La mayor parte pobres y labradores pecheros que viven de sus labranzas en tierras de renta que pagan por ellas. El Pósito y Monte de Piedad creado por Alonso de Villaseca a su regreso a España por el año 1545, sirve para paliar en lo que cabe las necesidades de los arcicolleros más necesitados. Para lo cual destinó mil ducados para comprar trigo y se repartiese entre los labradores pobres para sembrar, y el resto se vendiera como pan cocido, dos maravedíes menos del precio común en los años necesitados, dejando por patronos al cura y al alcalde.
El arroyo Cantalgallo propicia en su recorrido por el término la labranza de «pan» y vino. Las tierras de trigo y centeno para el consumo humano y la cebada y avena para el ganado. En 1576 los diezmos del pan valían alrededor de 30 cahíces, estando exentas del pago de impuestos las propiedades de la Iglesia Mayor de Toledo, que incluía la mayor parte de las zonas labrantías.
Además de las tierras del término, la jurisdicción abarcaba los anexos de Camarenilla, con labranza de hasta una docena de labradores, Hernán Miguel, las Serolas, Belvís y los Álamos, con una casa y pajares, del dominio de la Iglesia de Arcicóllar.
Abundaba la leña, especialmente de retama, almendro y encina, y se criaban conejos y liebres, y algunos lobos y zorros.
En el cercano señorío de Buzarabajo se contaban como diez casas de labradores y una casa fuerte, propiedad de Juan Gaytán, destacado comunero entre 1520-1522.
Las viviendas comúnmente eran de tapia de hormigón por fuera, de la tierra, y rafas de ladrillo y piedra, siendo los materiales donde era piedra, cal, yeso y madera, traídos de fuera ya que lo demás, como teja y ladrillo, era de fabricación local.
Se veneraba la Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel, votada Patrona de Arcicóllar como remedio para la peste. También tenían elegida la fiesta de San Agustín por el pulgón, y San Blas por devoto de las gargantas, yendo en procesión a la ermita situada en las afueras del pueblo. San Sebastián era honrado por su cofradía. En la fiesta de la Santa Cruz de Mayo se iba en procesión a Camarenilla, y el día de San Benito a Buzarabajo.
Entre los años 1712 y 1725 la población oscilaba alrededor de los cincuenta y dos habitantes, calculándose entre treinta y cinco y cuarenta en 1752.
La sociedad sigue respondiendo principalmente a la economía tradicional agraria: labradores, criados y, sobre todo, desprotegidos jornaleros. En 1787 se registran un cirujano, herrero, carretero, arriero y cuarenta jornaleros.
El término se compone de tierras de secano, un monte de encinas, cuatro huertas para hortaliza regadas con pozos y norias próximas al Cantalgallo en cuyo margen hay una alameda, viñas y olivas; y dos prados de los que uno sirve para pastar los ganados de los vecinos y el otro pertenece al cabildo de la Iglesia de Toledo y sirve para pasto de ganados de los arrendados de las posesiones pertenecientes a la Iglesia.
Predominan los plantados de viñas y olivas muchas veces compartiendo la misma parcela, a los que se suman ocasionalmente álamos en la tierra de buena calidad y encinas en la de mediana. Los frutos que se cogen son trigo, cebada, centeno, algarrobas, avena, aceitunas, bellotas, además de cera y miel de las treinta y cuatro colmenas contabilizadas en 1752.
La cría de ganados corresponde a los destinados para labor: mulas, caballos, yeguas, jumentos; y de consumo: cerdos, ovejas, carneros y aves de corral.
Las Tierras del término no tienen otros derechos impuestos sobre sí que los diezmos y primicias de los frutos que en ellas se cogen que es de cada diez partes, una, en los que son interesados el Rey por su parte de excusado y el cabildo de la Catedral de Toledo, por las tierras que tienen en propiedad. El empleo y las rentas pertenecen a S. Majestad, salvo las alcabalas que son de la villa, adquiridas por compra al Conde de Villafranca y Gaytán de quien eran propias.
A la Marquesa de Santa Cruz se la regala doscientos sesenta reales sin que tenga otros derechos por razón de señorío.
Para el ejército español y guerrillas se detallan recibos de la Junta Gubernativa del Reino de Toledo, para las tropas de las inmediaciones de Talavera, partida de Gabriel de Rojas, escuadrón de Juan Palarea «el Médico», partida de Felipe Zarazuelo, Comisión del Gobierno para las provincias de Toledo y Madrid, y otros guerrilleros.
Quiero terminar con el deseo de que estos breves apuntes hayan servido para arrojar cierta luz a algunas de las preguntas que seguramente alguna vez os habréis hecho sobre los acontecimientos en nuestra villa desde sus orígenes, como yo también me lo he preguntado. Resumir la Historia de un pueblo en cuatro páginas no resulta tarea excesivamente fácil, por lo que aprovecho para ponerme encantado a disposición de quien lo desee para darle a conocer todo lo que estuviere en mis manos.
Pablo Gómez Salazar